La importancia de reciclar el metal es algo que hay que recordar porque ayuda significativamente a no empeorar el entorno medioambiental actual, tan delicado hoy en día. Reciclar chatarra supone una reducción de la contaminación del agua y aire, así como un 70% menos de desechos mineros.
Reciclar el metal conlleva cuatro etapas:
– Recopilación: se deben levar los residuos metálicos a las empresas destinadas a la recogida de éstos, especialmente los más comunes como los de las latas de aluminio, acero o estaño.
– Procesamiento: aquí se clasifican según el material de composición.
– Fagmentación: se trituran y compactan.
– Distribución: venta a las industrias que pueden hacer uso de esos metales reciclados.
El reciclaje de metales y su procesamiento en nuevos productos ayudan a reducir el material en bruto y el consumo de energía.
Los metales, tanto ferrosos (de hierro) y no ferrosos (sin hierro) son parte de muchos productos, desde latas y contenedores para electrodomésticos hasta los automóviles. Las latas de aluminio que contienen bebidas carbonatadas son una fuente popular de chatarra de aluminio, mientras que los vehículos tienden a producir una gran cantidad de hierro y de acero.
Otros metales también son reciclables, aunque tienden a ser descuidados por la mayoría de los consumidores. Estos incluyen el níquel, zinc, estaño, plomo y bronce. Incluso las joyas de oro y de plata se pueden reciclar.